Texto de: Lucía Magis Weinberg
Síntesis del artículo original de Alison Gopnik y colaboradores
Los humanos tardamos mucho en llegar a la adultez en comparación con otros animales y en particular con nuestros parientes primates. Nuestra etapa de niñez y adolescencia es particularmente extendida. Además, solemos cohabitar esta etapa con nuestros hermanos y hermanas, que suelen encontrarse en un mismo estado de vulnerabilidad. La especie humana tiene que cuidar a muchos miembros que no están listos para valerse por sí solos, y esto sólo ha sido posible debido a nuestra condición de animales sociales, viviendo y cooperando en grupo.
Hay ciertas adaptaciones humanas que permiten la sobrevivencia de una gran proporción de los jóvenes: además de los cuidados directos de la madre, las crías humanas son cuidadas por los padres, que generalmente se encuentran en pareja con la madre; además, hay cuidados de otros adultos, aunque no sean padres o madres de los niños (cuidados aloparentales), y cuidados de mujeres en la etapa postmenopáusica, es decir, las abuelas.
¿Cuáles son las ventajas de tener un periodo tan extenso de vulnerabilidad y que además es muy costoso en términos de cuidados? Parte de la respuesta parece ser qué está relacionado con el tamaño de nuestros cerebros y con la capacidad humana para el aprendizaje, particularmente el aprendizaje social y cultural. Dependemos tanto del cuidado de nuestro grupo social, que tener una alta capacidad de aprender reglas y comportamientos en grupo es fundamental. Es decir, tenemos a muchos adultos que se hacen responsables de los nuevos miembros, y en la edad moderna, hasta hemos inventado trabajos formales en este espacio: cuidadores y docentes, por ejemplo. Y, en cada una de estas interacciones, no sólo se ofrece cuidado y atención de las necesidades básicas: una diversidad de adultos se encarga de enseñar, una diversidad de cosas, a los más jóvenes.
Hay evidencia de que los niños y las niñas tienen una alta flexibilidad a la hora de aprender y que esta flexibilidad se va perdiendo con la edad. A lo largo de la vida, nuestro aprendizaje y cerebro se transforman de un estado de flexibilidad, sensibilidad al ambiente y plasticidad (la capacidad de adaptarse) a un estado de mayor control y eficiencia. En etapas tempranas, tenemos menos control ejecutivo y mayor plasticidad, lo cuál maximiza nuestra capacidad de exploración, es decir, de obtener información sobre acciones potenciales y sus consecuencias (por ejemplo, explorar varias heladerías hasta encontrar nuestra favorita). En etapas más tardías, adquirimos mayor control ejecutivo y tenemos menor plasticidad, lo cuál maximiza nuestra capacidad de explotar (o sacarle provecho) a las acciones que exploramos con anterioridad (ir sólo a nuestra heladería favorita para maximizar nuestra felicidad).
Un punto importante es que este desarrollo durante la infancia y adolescencia no ocurre de forma lineal, simplemente por acumular experiencia y edad. Existen en nuestro desarrollo periodos particularmente formativos y de oportunidad como lo son las transiciones entre infancia temprana y tardía y la adolescencia.
Como hemos discutido antes, la adolescencia es un periodo de plasticidad y aprendizaje, particularmente en el dominio sociales, ya que para los adolescentes la información y recompensas sociales (una sonrisa, validación en redes sociales, el abrazo de un amigo) son particularmente importantes. Esta flexibilidad de aprendizaje puede explicar también nuestra gran capacidad de innovar como especie, ya que los jóvenes suelen ser los primeros en adoptar y propagar nuevas tendencias (formas de hablar, modas, bandas de música, nuevas comidas) al tener menos resistencia para la novedad.
El periodo extendido de inmadurez es entonces un periodo de mayor flexibilidad para explorar y aprender, sobre todo en domino cultural, protegido por los cuidados de los adultos dentro y fuera de la familia, y es fundamental para nuestro desarrollo y sobrevivencia como especie. Mientras que los adultos se encargan de cuidar a las nuevas generaciones, los jóvenes son los encargados en la especie de la innovación y descubrimiento.
*Síntesis del artículo:
Gopnik, A, et al. 2017. Changes in cognitive flexibility and hypothesis search across human life history from childhood to adolescence to adulthood. PNAS. 114(30) 7892-7899