Estos compuestos modulan un sistema de neurotransmisión que protege contra la muerte de las neuronas
Una revisión de estudios recientes sobre el efecto de los canabinoides en el infarto cerebral y en las enfermedades neurodegenerativas concluye que estos compuestos protegen contra la muerte neuronal causada por diversas enfermedades, para las cuales no se dispone actualmente de tratamientos eficaces.
La investigación, coordinada por un investigador del Departamento de Neuroquímica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, se publicó a mediados del 2015 en una revista científica (1). En la publicación se muestra que los mecanismos protectores de estas sustancias ocurren a dosis más bajas que las que causan efectos psicotrópicos.
Por tal motivo, estos compuestos pueden ser aprovechados racionalmente para beneficio de los pacientes sin generar eventos mentales adversos. Adicionalmente, los canabinoides pueden activar un receptor en el cerebro, denominado CB2, que evita la muerte de las neuronas sin causar efectos psicotrópicos.
Las conclusiones obtenidas cuentan con soporte científico. De acuerdo con PubMed, existen al menos 267 estudios realizados de 1994 a la fecha que avalan dicho potencial protector, junto con 48 estudios clínicos de Fase III que aportan el mayor nivel de evidencia sobre diversos padecimientos. Incluso, existen al menos dos medicamentos a base de canabinoides aprobados por la Food and Drug Administration (FDA) de los EE.UU.
Necesario, eliminar el estigma existente sobre la marihuana
Los datos aportados desmitifican la desaprobación oficial vigente del uso medicinal de la marihuana bajo el argumento de que no existe evidencia científica sólida que avale su efecto terapéutico. De hecho, la Ley General de Salud, en su artículo 245, clasifica a los canabinoides entre las sustancias psicotrópicas “… que tienen valor terapéutico escaso o nulo y que, por ser susceptibles de uso indebido o abuso, constituyen un problema especialmente grave para la salud pública…”.
Actualmente, la discusión legal sobre la despenalización del uso de la marihuana con fines terapéuticos o científicos se realiza en países como Colombia y Macedonia; mientras que ya ha sido aprobada en naciones como Alemania, Bélgica, Canadá, Chile, Dinamarca, España, EE.UU., Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Uruguay, Austria, Irlanda, Croacia, Israel, Puerto Rico, la República Checa y el Reino Unido.
En nuestro país, se han presentado ante el Congreso de la Unión diversas iniciativas desde el año 2007 que no han logrado mayor éxito ni trascendencia. Para que exista mayor evidencia científica sobre el tema debe aumentarse la realización de estudios, lo cual resulta sumamente difícil con las restricciones generadas por la legislación mexicana actual. Por ende, es necesario que se reconozca el valor terapéutico de los canabinoides y que sean reclasificados en la Ley General de Salud con el propósito de facilitar su estudio, desde una perspectiva científica, libre de prejuicios y falacias.
La ciencia detrás de los canabinoides
“Los fármacos no inventan mecanismos”, comentaba en clase un profesor de Psicofarmacología de la UNAM, refiriéndose a que una sustancia puede tener un efecto en el cuerpo humano únicamente cuando existe de manera natural un mecanismo para generar dicho efecto.
Los compuestos psicoactivos no son la excepción. Las sustancias que se encuentran en algunas plantas pueden tener efectos sobre la percepción y la conciencia porque modulan mecanismos ya existentes a nivel cerebral.
Esto llevó hace más de 25 años al descubrimiento del sistema canabinoide, el cual es modulado por moléculas exógenas como el ∆9-tetrahidrocanabinol, y endógenas como la anandamida. Se ha observado que la estimulación de este sistema puede generar efectos antioxidantes y antiinflamatorios, entre otros.
El sistema canabinoide es parte de nuestra fisiología, por lo que contamos con nuestros propios neurotransmisores para modularlo: los endocanabinoides. Estas sustancias no son más peligrosas que los opiáceos como la morfina o que los sedantes como los barbitúricos y las benzodiacepinas, los cuáles tienen efectos narcóticos, adictivos y potencialmente mortales, pero que son utilizados en la medicina alópata sin estigma alguno, y sin tener que discutir si su uso medicinal va a favorecer su consumo indiscriminado, porque es sabido que ofrecen beneficios que no se logran con otras alternativas terapéuticas.
Muchas sustancias, incluyendo a todos los medicamentos, pueden tener efectos adversos graves sobre la salud de las personas, pero esta posibilidad debe ser ponderada a partir del beneficio que proveen. La clave, en todo caso, está en controlar la dosis que se administra.
Despenalización no equivale a abuso
Utilizar la marihuana con fines medicinales no es sinónimo de fumarla, de usarla de manera recreacional ni de abusar de su consumo. Su administración terapéutica puede incluir el uso de diferentes dosis de la planta y en diversas formulaciones (infusiones, cremas, etc.). Pueden, incluso, administrarse sus componentes aislados o sus análogos sintéticos. Sin embargo, los casos en los que esto se ha permitido en México, como el de la niña conocida como Grace Elizalde, son verdaderamente excepcionales.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, la marihuana es la droga de mayor uso en México. Su consumo se ha duplicado, al pasar de 0.6 a 1.2% entre la población de 12-65 años de edad, en el periodo de 2002 al 2012. Aún así, México es uno de los países de menor consumo de marihuana en el mundo.
Conclusiones
“No existen sustancias tóxicas, existen dosis tóxicas” han sido reiteradamente las palabras del Dr. Camilo Ríos Castañeda, quien ha sido mi Jefe y Mentor desde hace diez años. La clave está en la farmacología: la relación entre el potencial benéfico de cualquier sustancia y sus efectos tóxicos corresponde a una curva de dosis contra respuesta que recorre de extremo a extremo esa escala.
Restringir el acceso a una sustancia para prevenir un problema de salud pública equivale a pensar que en lugar de enseñarle buenos hábitos de alimentación a un niño se debe prohibir que compre dulces para que no desarrolle obesidad. Lo que requiere una sociedad como la nuestra son enseñanzas, no prohibiciones.
Twitter: @IvanPerezNeri
Semblanza sobre Iván en la siguiente liga:
http://www.conacytprensa.mx/
Agradecimientos
El autor agradece a Hugo Sandoval-Zamora por su revisión del manuscrito
Conflictos de interés
No se presentó ningún conflicto de interés en la preparación de este manuscrito.
Referencias
[1] Osuna, M., Ponce, J., & Pérez, I. (2015). Mecanismos neuroprotectores de los canabinoides en la isquemia cerebral y las enfermedades neurodegenerativas. Investigación Clínica, 56(2), 188–200.
¿Medicina alópata?
Medicina basada en evidencias por favor. Alópata se usa desde la homeopatía. El término alópata y la mención de la despreocupación sobre la indicaciön de las benzodeacepinas, marca tendencia de opinión.
“Alópata” es una palabra que aparece en el Diccionario de la Real Academia Española, puede usarse sin conflicto
¿Medicina alópata?
Medicina basada en evidencias por favor. Alópata se usa desde la homeopatía. El término alópata y la mención de la despreocupación sobre la indicaciön de las benzodeacepinas, marca tendencia de opinión.
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