Autora: Jessica Massonnié
Traducido por: Lucía Magis Weinberg
Los descubrimientos sobre el funcionamiento cerebral son apasionantes y útiles para científicxs, no científicxs, gobiernos y empresas. Por ejemplo, pueden ayudar a curar enfermedades, mejorar nuestro sistema educativo, desarrollar estrategias de marketing más eficaces, o responder a algunas preguntas existenciales y universales (por ejemplo: ¿cómo nos enamoramos?,¿cómo soñamos?). Estos diversos intereses están impulsando el entusiasmo del público respecto a las neurociencias, mismo que es alimentado por los medios de comunicación. Desgraciadamente, en ocasiones la información es sobre-simplificada y distorsionada para captar la atención de un público más amplio. Esto puede tener como consecuencia, la creación de los “neuromitos”: las falsas creencias acerca de la forma en que funciona el cerebro humano.
Mito: utilizamos solamente el 10% de nuestro cerebro
Alrededor del 65% de los ciudadanos de Estados Unidos creen que sólo usamos el 10% de nuestro cerebro, de acuerdo con un estudio hecho entre 2013 adultos por la Fundación Michael J. Fox para la Investigación del Parkinson. Howard-Jones (2014) encontró, además, que la mitad de los maestros que entrevistó en cinco países diferentes también sostienen que esta idea es verdad. Este neuromito implicaría, falsamente, que podríamos ser diez veces más inteligentes, tener nuevas capacidades, como la telepatía, lectura de la mente, o una memoria absoluta (en realidad que podríamos realizar la mayor parte de nuestras fantasías acerca de nuestra capacidad cerebral). Falsamente, la frase se le ha adjudicado a Albert Einstein, aunque no hay ninguna evidencia de que lo haya dicho.
¿De dónde surgió el mito? ¿A qué se refiere este 10%? ¿Al hecho de que nuestro cerebro no está exclusivamente compuesto por neuronas? ¿A que sólo algunas áreas cerebrales están activadas en determinado momento? ¿A las conexiones entre las neuronas? En este texto vamos a examinar de cerca algunos posibles orígenes del mito. En sentido evolutivo, ¿hubiera tenido alguna ventaja adaptativa mantener 90% de un tejido inútil? Recordemos que el cerebro representa el 2% del peso corporal, y es costoso en términos de energía: en un estado de reposo utiliza 20% del oxígeno, 20% de los nutrientes transportados por la sangre, y el 55% de nuestra glucosa el consumo.
El cerebro es más que neuronas
Durante mucho tiempo, las neuronas se han considerado como las principales y más importantes células del cerebro, siendo el principal foco de la investigación científica. Hasta ahora, poco se ha estudiado sobre otras células que están en el cerebro: las células gliales. Aunque tradicionalmente su única función era ser una red de soporte para las neuronas, lxs científicxs están cada vez más y más interesadxs en estudiarlas. Nos hemos empezado a dar cuenta de que son de gran importancia para el funcionamiento del cerebro sano, y sus disfunciones podrían ayudar a explicar algunas enfermedades. Existen tres tipos de células gliales:
- La microglía está encargada de la función inmunitaria
- Los astrocitos llevan oxígeno y nutrientes a las neuronas, y, junto con microglia, dan forma a la red entre las neuronas
- Los oligodendrocitos envuelven las neuronas con una sustancia lipídica (mielina) para acelerar la transmisión de información
Existe un importante debate sobre la proporción entre las neuronas y células gliales en el cerebro. Se ha descubierto recientemente (Yuhas y Jabr, 2012) que la proporción varía de la zona del cerebro: en la corteza cerebral, hay 3.76 células gliales por cada neurona, pero en el cerebelo, hay 1 célula glial por cada 4.3 neuronas. Aunque en algunas zonas hay más células gliales que neuronas, esto no explica el origen del neuromito del 10%.
La conectividad entre las neuronas
Cada una de los 100 miles de millones de neuronas que habitan nuestro cerebro tiene, en promedio, 1 000 conexiones con otras neuronas mediante la sinapsis, un pequeño hueco en el que ocurre la libración de información química. Estas conexiones crean vías que son reforzadas o debilitadas a lo largo de nuestra vida, en función de nuestras experiencias. Cuando nacemos tenemos una gran cantidad de sinapsis, pero muchos de ellas se podan en los años siguientes, ya que algunas se vuelven “irrelevantes”. Por el contrario, el aprendizaje implica el reforzamiento de conexiones entre neuronas específicas implicadas en la tarea que queremos llevar a cabo, por lo que los procesos cognitivos se vuelven más y más automáticos a través del tiempo. Sin embargo, ¿el hecho de que no todas las regiones se usen todo el tiempo sugiere que algunas partes del cerebro sean inútiles y pueden ser removidas sin causar ningún problema?
El uso secuencial de toda nuestra superficie del cerebro
La corteza prefrontal es un área multimodal que recibe y organiza la información de las zonas unimodales. Estas últimas crean representaciones mentales de objetos, basándose en las aportaciones de las zonas primarias, como la visual, auditiva, motriz y la corteza somatosensorial. Dependiendo de la ubicación exacta, las personas que tienen lesiones en la corteza prefrontal pueden llegar a presentar problemas con: la planeación, el control de pensamiento o comportamiento, o la toma de decisiones, aunque no tengan problemas sensoriales o motores. Este tipo de lesiones en zonas de asociación enfatiza el rol que juega cada parte del cerebro, cuyos componentes son esenciales para un circuito totalmente funcional. Podemos añadir que ni la resonancia magnética, la estimulación transcraneal o el electroencefalograma han mostrado una zona cerebral silenciosa (o que “no haga nada”). En el transcurso del día, la diversidad de nuestras actividades y la complejidad de los procesos cerebrales necesarios para percibir nuestro entorno, pensar y actuar implican que usamos gran parte de nuestro cerebro. Pero si nos enfocamos en cada tarea específica, como oír un ruido, al ver una forma, o una cara, nos encontraríamos con que estas micro-tareas no utilizan todos los recursos de nuestro cerebro a la vez. De hecho, algunas áreas del cerebro están especializadas para determinado tipo de tratamiento de la información, pero son sus conexiones, de manera secuencial, las que nos permiten tener en cuenta la información compleja. Según el Dr. Cytowic, en un momento determinado momento, entre el 1 y el 16% de nuestras células cerebrales se encuentran activadas. Pero, ¿qué lleva a la gente a favorecer la errónea idea de que sólo usamos el 10% de nuestro cerebro?
Las dificultades de divulgar información sobre el cerebro
Una de las razones por las que se cree erróneamente que sólo usamos el 10% del cerebro, podría ser que, aunque las imágenes de resonancia magnética funcional son muy atractivas y están en todas partes, dada su complejidad, a menudo no son explicadas completamente. Estas imágenes representan la actividad cerebral en un determinado momento, para una tarea específica, y por lo tanto suelen mostrar estos 1 a 16% de uso temporal de determinadas neuronas. El ver que algunas áreas del cerebro están activadas (y pintadas de colores), mientras que otras no lo están podría reforzar la idea errónea de que la mayor parte de nuestro cerebro es inútil. Es importante explicar un poco más sobre la resonancia magnética funcional para entender que este tipo de imágenes no son capaces de mostrar todos los procesos cognitivos. Para obtener una imagen de resonancia magnética, lxs investigadores se enfocan en una tarea cognitiva específica (por ejemplo, medir el consumo de oxígeno en las diferentes áreas del cerebro al ver caras sufriendo) y qué áreas cerebrales están asociadas con esta tarea específica. Al enfocarse en una tarea, se deja de lado otros procesos que están sucediendo al mismo tiempo (por ejemplo, toda la información sensorial). Durante el experimento, se elige una condición control que involucre el mismo proceso básico (información visual sobre caras, en este caso) sin el “punto clave” (es decir, “ver una cara sufriendo”). Luego, se compara la actividad cerebral de los sujetos cuando ven fotos de personas sufriendo contra la actividad cerebral al ver personas con expresiones neutras. Por lo tanto, lo que se muestra en las imágenes de resonancia magnética funcional son las áreas que se activan específicamente en la primera tarea. Vale la pena señalar que esta comparación está basada en análisis estadísticos que demuestren que la actividad cerebral es suficientemente diferente. Sin embargo, los periódicos o sitio web a menudo suelen no especificar todos estos límites en la interpretación de imágenes de resonancia magnética funcional, y conducen a la gente a pensar que, debido a que sólo algunos áreas del cerebro son necesarias.
Conclusión
Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo por asegurarnos sobre la calidad de la fuente de información y entender con mayor precisión los métodos científicos, ya que la ciencia básica tiende a ser utilizado por los políticos y los educadores para impulsar cambios en nuestra sociedad. Los neuromitos son una mezcla entre la evidencia científica y la fantasía: son más confiables que las ilusiones completas pero todavía un poco lejos de la verdad. Y el mito del 10% se basa en esta ambigüedad, para hacernos sentir que todavía podemos mejorarnos a nosotros mismos mediante el uso de todo nuestro potencial, ser más inteligentes, rindiendo más y más felices. Pero ¿por qué tratar de cumplir con estos objetivos basándose en la evidencia científica para hacer nuestra sociedad más adaptada a nosotros, en vez de soñar para superar nuestros límites humanos?
En resumen
- El cerebro está compuesto de neuronas (las células que transmiten información) y células de la glía (soporte)
- Las áreas del cerebro se activan como parte de un circuito, generalmente de forma secuencial
- Los experimentos de resonancia magnética comparan la actividad cerebral relacionada con una tarea específica con la actividad relacionada con una tarea control
- Los seres humanos usamos la totalidad de nuestra capacidad cerebral
- El cerebro es plástico y siempre tiene capacidad de aprender y llegar más lejos
Referencias
Howard-Jones, P. A. (2014). Neuroscience and education: myths and messages. Nature Reviews Neuroscience.
Sergio Della Sala (Ed.). (1999). Mind myths: Exploring popular assumptions about the mind and brain. John Wiley & Sons.
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Jessica Massonnié realiza su maestría en ciencia cognitiva en la Escuela Normal Superior en París. Le apasiona la divulgación de la ciencia y es parte de un equipo que se encarga de realizar cuentos y material didáctico para niños y adultos curiosos. Puedes encontrar la versión en inglés de su primer cuento (Mimí, la microglia) aquí.
Artículo traducido por Lucía Magis Weinberg