Mucho se ha investigado sobre el virus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad coronavirus 19 (COVID-19); sin embargo, aún quedan muchas respuestas por descubrir. Se sabe que la enfermedad COVID-19 puede afectar múltiples órganos y no solo es una enfermedad respiratoria como inicialmente se pensaba. Los pacientes infectados pueden morir de insuficiencia respiratoria, pero también de insuficiencia renal, coágulos, anormalidades del hígado y manifestaciones neurológicas. Cada vez hay más reportes sobre los efectos de la COVID-19 en el cerebro, aunque aún no se conocen los mecanismos de acción del SARS-CoV-2 y cuáles son sus consecuencias a largo plazo.

A la fecha, más de 300 estudios han encontrado anormalidades neurológicas. Desde las menos severas como dolor de cabeza o pérdida del olfato (anosmia), hasta las más severas como afasia (perdida del habla), accidentes cerebrovasculares (ACV) y convulsiones. Pero incluso con una sintomatología leve pueden presentarse problemas de la memoria, cansancio o problemas para mantener la concentración, los cuales pueden perdurar por mucho tiempo. También existe un porcentaje significativo de pacientes cuyo único síntoma neurológico que presentan es confusión. Aproximadamente el 50% de los pacientes diagnosticados con COVID-19 experimentan problemas neurológicos.
Sin embargo, estas sintomatologías no se presentan de forma habitual. Tal es el caso de un paciente de 64 años que sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) y tenía múltiples coágulos en piernas y pulmones. Después de administrarle medicamentos para que la sangre no se coagulara (anticoagulantes), el paciente tuvo otro ACV aún más severo. Los doctores pensaban que el ACV había sido causado por los medicamentos administrados, provocando que la sangre se “adelgazara” tanto que había tenido una hemorragia cerebral. Pero lo que observaron fue lo contrario, el ACV había sido causado por otro coágulo. Indicaron que los niveles de coagulación del paciente eran mucho más altos que en otros pacientes con ACV. En una persona saludable, estos niveles son menores a 300, en pacientes con ACV pueden ser de hasta 1000, pero en este paciente, sus niveles de coagulación subieron hasta 80,000, algo que los doctores nunca habían visto.
No se sabe por qué la infección de COVID-19 ocasionó que el cuerpo del paciente tuviera una respuesta de coagulación excesivamente alta. Todavía más desconcertante es que este y otros pacientes con accidentes cerebrovasculares (ACV), no presentaban los factores de riesgo típicos de los ACV como presión alta o diabetes. Los doctores piensan que una de las razones de los ACV en pacientes con COVID-19 puede ser la reacción exagerada del sistema inmunológico que causa inflamación en el cuerpo y en el cerebro. Estos ACV ocasionan daño cerebral debido a la falta de oxígeno y nutrientes que, dependiendo de donde ocurran las lesiones, puede afectar la memoria, el lenguaje, la visión y la coordinación, entre otros procesos neurológicos. Pero coágulos o derrames en el cerebro no necesariamente indican que el virus infecta el cerebro.
Un estudio realizado en el Reino Unido describió los padecimientos cerebrales de 125 pacientes con COVID-19. Casi la mitad habían tenido ACV ocasionados por coágulos mientras que otros pacientes habían sufrido de inflamación cerebral, psicosis y otros síntomas semejantes a la demencia, indicadores de daño cerebral. Este y muchos otros estudios apuntan a que el virus puede estar infectando al cerebro. Es importante señalar que las afectaciones al cerebro causadas por la COVID-19 no solo se presentan en adultos mayores, también se pueden presentar en jóvenes de 30 o incluso de 18 años.
Varios reportes indican que el virus puede atravesar la barrera hematoencefálica, encargada de proteger al cerebro al impedir el paso de toxinas y patógenos. Casos de pacientes con meningitis (inflamación del cerebro), ponen en evidencia este hecho. También existen casos de SARS-CoV-2 detectado en el líquido cerebroespinal y en las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos del cerebro. Incluso algunos doctores piensan que la insuficiencia respiratoria que lleva a la muerte, no es causada por el daño a los pulmones sino por el daño al tronco encefálico (parte del sistema nervioso central) el cual controla, entre otras funciones, la respiración.
Muchos pacientes en terapia intensiva pueden presentar confusión y delirio. Pero aun cuando son dados de alta siguen siendo vulnerables al deterioro cognitivo, ya que, si el virus puede atravesar la barrera hematoencefálica, podría permanecer en el cerebro por mucho tiempo. Por eso es importante monitorear a estos pacientes para observar si hay síntomas neurológicos a mediano y largo plazo. Investigadores planean reclutar a sobrevivientes de COVID-19, para detectar si desarrollan depresión, anormalidades en los niveles de neurotransmisores, o alteraciones de la memoria. Lo que algunos investigadores indican es que el impacto del virus en el cerebro puede durar más y ser más devastador que el impacto en los pulmones. Los efectos de la COVID-19 en el cerebro pueden llevar a la depresión severa y a pensamientos de suicidio que pueden causar discapacidad o incluso la muerte.
Otro misterio para los doctores es la hipoxia (bajos niveles de oxígeno en la sangre) que experimentan algunos pacientes. Los niveles normales de oxígeno en la sangre son de alrededor 98%. Cualquier nivel por debajo de 85% puede llevar a la perdida de la conciencia, al estado de coma o incluso a la muerte. Sin embargo, muchos pacientes diagnosticados con COVID-19 tienen niveles por debajo del 70% o incluso del 60% y continúan conscientes y cognitivamente funcionales. No se sabe por qué sucede esto, pero es otra de las causas que afectan al cerebro.
Sinopsis y traducción de los artículos:
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Fotografía por Engin Akyurt
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